Múltiples son los motivos por los que uno puede realizar una peregrinación como la del Camino de Santiago. Sean los que sean, la mayoría de la gente que lo ha recorrido confiesa que, tras su regreso, algo en su interior había cambiado. Y para mejor. De tal forma, si tienes pensado peregrinar a Santiago de Compostela, te ofrecemos unos trucos y consejos para emprender la marcha. Muchos de ellos también te servirán si tu destino de peregrinación es otro, como San Andrés de Teixido. Toma nota y disfruta de un buen camino.
La mejor época del año
Cualquier estación es buena para hacer el Camino de Santiago, ya que todas tienen un encanto especial. No obstante, si hemos de generalizar, las mejores temporadas son la primavera y el otoño, cuando el calor no aprieta tanto y la luz es fabulosa para disfrutar de la ruta. Además, los albergues no estarán saturados de gente, pues la mayoría opta por echarse a andar durante los meses de julio y agosto.
¿Solo o en compañía?
Salvo en el caso de que vayas a hacer el Camino a pie, cuya elección es indiferente en función de tus preferencias, se recomienda que para aquellos que vayan en bicicleta o a caballo lo hagan en compañía. Si vas a recorrer el Camino en bici, ir en grupo será lo más seguro, así no tendrás problemas si sufres averías y cualquier tipo de percance que te pueda surgir. En lo que respecta al caballo, será condición indispensable haber concertado con anterioridad las paradas en las que podrá pernoctar el animal (cuadras y similares), además del pienso para alimentarlo. No está de más recordar que el caballo, compañero inseparable en la peregrinación, ha de pasar un reconocimiento veterinario y vacunas, además de contar con un seguro para montura y jinete.
Equipo básico
Elige muy bien tu mochila. Lo mejor será que tenga un acceso fácil a los bolsillos más utilizados, cuente con un impermeable, sujeción para el saco de dormir y la esterilla aislante, y cierre en cintura y pecho. Como equipo, deberás incluir un gorro, un pañuelo para el cuello, gafas de sol, camisetas de secado rápido, polares, dos pantalones (los más prácticos son los desmontables), chubasquero, ropa interior, calcetines (que no te provoquen rozaduras y que permitan transpirar los pies), botas o calzado de trekking, chanclas para las duchas y albergues, y unos bastones que te ayudarán a avanzar en todo tipo de terrenos. Es aconsejable llevar siempre algo energético para comer, como frutos secos, chocolate o un par de sobres de azúcar. Nunca se sabe cuándo necesitarás recuperar fuerzas. Y recuerda que el peso de todo el equipaje que vas a cargar a tu espalda no debe superar el 10% de tu peso corporal.
Entrenamiento previo
Es recomendable entrenar con anterioridad a emprender la marcha, por lo menos tres semanas antes. Si estás acostumbrado a las grandes caminatas y rutas de senderismo, no tendrás demasiados problemas, pero en caso contrario habrás de empezar a hacer recorridos cortos cada día con el calzado que vayas a llevar, e ir aumentando dificultad y distancias para preparar tu forma física. En ambos casos, deberás efectuar varias salidas de entrenamiento con todo el equipo que llevarás en la peregrinación, recorriendo el máximo de kilómetros posible. Lo mismo sucede si vas a hacerlo en bicicleta. Realiza entrenamientos previos y recuerda que los últimos deberás realizarlos con las alforjas cargadas.
Tómatelo con calma
Recorrer el Camino es una cuestión de calma y paciencia. El paso ideal es el que te permita tener una conversación. Has de planificar lo necesario, pero sin excederte en el cumplimiento de metas u objetivos. Recuerda que esto no es una carrera ni una competición. Empieza con tranquilidad, adáptate a las condiciones del viaje y disfruta de cada etapa, tras la cual has de hacer los estiramientos necesarios para emprender al día siguiente de nuevo la marcha. No seas un esclavo del reloj.
Sé previsor
Al final de cada jornada es muy útil consultar la guía que portes para informarte de la siguiente etapa. Será una buena forma de aprovechar el tiempo y asegurarte de conocer de antemano dónde podrás parar a comer o a comprar aquello que necesites. Ten en cuenta siempre que debes hidratarte muchísimo y que tienes la posibilidad de almorzar en bares y restaurantes que ofrecen menús del peregrino o aprovechar el menú del día de los establecimientos.
Cuida los pies
No te vamos a engañar. Tus pies van a sufrir mucho o poco dependiendo de los cuidados y atención que les prestes. Dedica especial atención a la higiene, sécalos muy bien, mímalos con algún ungüento, vaselina, sales o algún espray refrescante y lleva siempre bien cortas las uñas de los pies. En el caso de sufrir una de esas terribles ampollas, lo mejor es pincharla para drenar el líquido que se haya acumulado dentro de ella (si has introducido en tu mochila aguja e hilo o imperdibles que te sacarán de más de un apuro, mejor que mejor), aunque no se debe quitar la piel que la cubre. Después de limpiarla y secarla, tápala con una tirita o una gasa. Y recuerda que lo mejor para evitar las ampollas es mantener los pies convenientemente hidratados.
Señales
El Camino está muy bien señalizado, así que es bastante difícil perderse. Encontrarás las señales de pintura amarilla y la inconfundible vieira a lo largo del trayecto, así como los mojones de granito con la señal característica que indican la dirección a seguir. Pero si te despistas y acabas con los pies empapados, recuerda que, para secar las botas, un buen truco es rellenarlas de bolas de papel de periódico. Si según se vayan empapando, las vas cambiando por otras, en un par de horas las tendrás secas
Albergues
Aquí quien llega primero ocupa el sitio. Los albergues no admiten reservas, por lo que habrás de tenerlo en cuenta a la hora de calcular tus etapas. Sé cuidadoso con el entorno, deja la mochila lista para la jornada siguiente y respeta los horarios. Muchos peregrinos se ponen en pie a las cinco de la mañana, así que no es conveniente hacer ruido después de las once de la noche. Aunque si temes los ronquidos de los demás, introduce en tu mochila unos tapones para los oídos y ya no tendrás que preocuparte.
La Credencial del Peregrino
La Credencial del Peregrino es el salvoconducto que, entre otras cosas, permite acceder a los albergues. Puede conseguirse en persona en la Oficina de Acogida al Peregrino o en asociaciones jacobeas autorizadas. En el lugar donde empecemos la peregrinación nos certificarán el día y la hora de inicio, así como la forma en la que vamos a realizarla: a pie, a caballo o en bicicleta. A lo largo del Camino nos cuñarán la credencial, normalmente en los albergues, y al final del trayecto, en Santiago, tras acreditar con ella que hemos recorrido como mínimo los últimos cien kilómetros andando o a caballo, o doscientos kilómetros en bicicleta, nos entregarán la Compostela, un certificado en latín donde se acredita que hemos peregrinado a Santiago por motivos religiosos. Desde hace unos años, también es posible solicitar el Certificado de Distancia, que acredita el número de kilómetros que se ha recorrido. Su tamaño es mayor que la Compostela y está impreso en papel pergamino. Incluso aquellos que ya hayan hecho el Camino y quieran tenerlo pueden informarse sobre cómo solicitarlo en la Oficina del Peregrino.
La Misa del Peregrino
Son muchos los motivos por los que se puede hacer el Camino, pero para aquellos cuya motivación principal sea la religiosa han de saber que durante todo el recorrido es posible asistir diariamente a la misa del peregrino, que se oficia en los templos de la mayoría de las poblaciones. En la catedral de Santiago de Compostela se ofician varias misas del peregrino cada día, aunque el famoso Botafumeiro solo vuela en ocasiones especiales, pues comúnmente se utiliza otro incensario conocido como La Alcachofa.
Fuente: Silvia Rato – Trucos y consejos para peregrinos del Camino de Santiago.
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